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25 de abril de 2013

¿Héroe o villano?

por Runawaysvir

Virginia Manrique y Macarena Jiménez

Todos conocemos a Joseph Pulitzer como el mayor pionero de la mezcla de información y entretenimiento, llamada “infotaiment”. O por su enemistad con Hearst. O por ser, junto a éste último, uno de los creadores de sensacionalismo estadounidense que aún hoy tiene sus resquicios en la mayoría de periódicos, cadenas de televisión y medios de comunicación en general.

También le conocemos por los premios anuales que se celebran y que llevan su nombre. ¿Pero qué sabemos realmente de éstos? En su testamento, Joseph Pulitzer llamó a la creación de este premio con el objetivo de estimular la excelencia periodística. Pulitzer enumeró en ese texto trece premios: cuatro para el periodismo, la literatura y el teatro, más uno para la educación, por lo que visto desde este prisma, su creador se preocupaba no sólo del fomento y desarrollo del sector del periodismo, sino también por el progreso de la sociedad desde un punto de vista cultural bastante amplio.

Además, sensible a los cambios de la época, Pulitzer previó la creación de una comisión de vigilancia consultiva con el poder de reemplazar ciertos temas, siempre que dicha comisión juzgase que los cambios seguirían siendo beneficiosos para el público. Es decir, las categorías premiadas podrían ser reemplazadas por otras del ámbito cultural, siempre que los trabajos expuestos reportaran algún beneficio o conocimiento para la sociedad.

Resumiendo, convocó premios para el ámbito cultural y además permitió que se hicieran reformas acordes a los cambios que las sociedades sufrirían. Ya no parece tan malo. ¿Y si era ésta la manera de enmendar sus errores en situaciones como la Guerra de Cuba o la Revolución Mexicana?

Por otro lado, a pesar de ensuciar al género periodístico y de llenarlo de rumores y mentiras, ¿podemos recoger un premio que se entrega en su nombre sin más?  Incluso, ¿es moral convocar premios en su nombre? Nadie lo haría con científicos que hubieran dañado a su propio gremio en el pasado. Así que, me pregunto ¿por qué lo periodistas lo hacemos?

12 de marzo de 2013

La calidad periodística se pierde día a día

por natalilozano

Por Natalia Lozano y Andrea Del Barrio

Pulitzer y Hearst han sido los precursores de un tipo de periodismo conocido como sensacionalista o amarillista. A lo largo de todos estos años, desde que Pulitzer comenzara con el periódico “New York World” en 1883, hemos ido viendo multitud de páginas y portadas en las que se representa este tipo de periodismo.

Un tipo de prensa caracterizada por la única utilización de morbo y rumor, en el que destaca la figura de los “mucrackers”, es decir, aquellas personas que únicamente se dedicaban a buscar noticias escandalosas para sacarlas a la luz, llegando al punto de inventarse las informaciones.

¿Es realmente el tipo de profesión que queremos? La figura de estos dos magnates se ha hecho característica y sigue presente en nuestro día a día. Tanto Pulitzer como Hearst, lo único que pretendían era que sus diarios fueran los más prestigiosos y que pudieran lograr grades tiradas. En general, solo querían ganarse al público.

Tampoco podemos señalar que el trabajo que desarrollaron fuera de investigación, ya que tomaban las informaciones de viajeros, que afirmaban haber visto distintos sucesos, pero sin ningún tipo de pruebas ni contraste. A pesar de ello, eran publicadas. La verdadera esencia de la noticia se perdía e ese intento de pasar de una persona a otra.

Este periodismo también se hace visible en la Guerra de Cuba en 1898. Hearst envió un corresponsal a la ciudad cubana y este cuando llego allí le dijo: “me vuelvo, que aquí no pasa nada”. Fue entonces cuando Hearst, le dijo: “tu pon las imágenes que yo pondré la guerra”. A partir de este hecho, una eclosión de portadas apareció en su periódico de una forma exagerada, muchas de ellas, con mentiras incluidas. Por ejemplo el caso del Maine. En el momento en el que se produjo la explosión, Hearst publicó al día siguiente, ocupando toda la portada, que el enemigo había bombardeado el Main, sin ningún tipo de contraste, lo único que le importaba es que se hiciera la guerra, no le importaba las consecuencias de esta guerra, sino simplemente aumentar su tirada.

Pero no solo ha estado presente en años anteriores, sino que actualmente, es habitual ver en nuestro día a día portadas sensacionalistas que sólo busca el beneficio del medio de comunicación , sin importarles que el ciudadano este bien informado.

Un aspecto característico de uno de estos periodistas, es que unos premios lleven su nombre: Los premios Pulitzer. En ellos, se premia la calidad comunicativa, ¿pero es realmente la calidad informativa de la que hemos hablado merecedora de un premio? ¿O es que hemos perdido la esencia del verdadero periodismo?